viernes, 5 de julio de 2013

DÍA 4. ORACIÓN DE LA MAÑANA

Ya casi llevamos tres días de campamento, casi tres días en los que ya hemos hecho amistades, hemos jugado, saltado… pero lo más importante es que hemos ORADO

¿Qué es la oración? ¿Para qué sirve? ¿Dónde puedo rezar? ¿Cuánto más rece, Jesús me ayudará más? Estos y más interrogantes nos los plantearemos a lo largo del día e intentaremos entre todos darles una respuesta adecuada.

Para empezar escuchemos este cuento:

"Aquella vez, la catequista de Matías estuvo insistiendo mucho sobre la importancia de saber de memoria las oraciones. Resulta que se había enterado de que el obispo de su diócesis iba a visitar la parroquia y tenía interés de darse una vuelta por las salas de catequesis. Y todos sabían que al obispo le encantaba preguntar a los chicos de catecismo si sabían las oraciones. Es mas, el obispo formaba su opinión respecto de las catequistas del lugar según podía comprobar si los chicos y las chicas habían aprendido bien las oraciones del cristiano.

Esto no tendría que ocasionar ningún problema, si no fuera porque Matías que era un chico muy bueno y muy simpático, siempre había tenido dificultades con su memoria, y a pesar de los esfuerzos que hacía, no lograba nada.

Cuando se fueron todos, la catequista llamó y habló aparte a Matías para pedirle que estudiara lo máximo posible.

-Pero Señorita, usted sabe que yo estudio, pero no se me queda; le aseguro que me esfuerzo mucho, pero tengo mala memoria, ...no crea que yo no estudio....

-Bueno, te creo, pero igual estudia. Haz un esfuerzo mayor, aunque sea por esta vez.

El día de la visita del obispo llegó. Cuando ese hombre gordito, bonachón y simpático se puso delante de todos, a Matías, que se había sentado en el último lugar, le temblaron las piernas.

¿En el último lugar, dije?, No,...se había sentado atrás del último y, aprovechando que el de adelante era un muchachito bastante corpulento, de Matías apenas asomaban unos pocos rulos del pelo. El castañetear de los dientes no se escuchaba, pero que Matías temblaba, les aseguro que sí.

Y que la maestra estaba más nerviosa que nunca, también.

El obispo, después de saludar y de hacer algunas bromitas, dijo lo que todos estaban esperando:

-A ver, este grupito... ¿cómo anda en la oración?

Después de un pequeño silencio, dijo...:"A ver, tú".

Cuando dijo "tú", sacó el dedo como si fuera un misil y señaló a Matías que seguía escondido atrás del último.

-¿Yo? No, gracias.

-Si, tú, pasa adelante y di el Credo.

Se imaginan que Matías, del Credo, nada. Y del Gloria, menos, ni la del Ángel de la Guarda le salió.

-¿Me puedes explicar cómo haces para rezar, si no sabes las oraciones de memoria? –le preguntó el obispo.

Matías que no era memorioso pero si muy sincero, se aclaró la garganta y le contestó:

-Mire padre, yo me arrodillo junto a la cama, junto mis manos y trato de empezar. Cuando veo que no me acuerdo de nada, recito bien despacito el abecedario, que lo sé desde primer grado, cuatro o cinco veces; después le digo a Dios: Padre mío, te pido que juntes todas las letras que te dije, en el orden que haga falta para que salgan mis oraciones de la noche. Te quiero mucho. Hasta mañana.

La catequista se puso colorada por la vergüenza y no supo que decir. Sin embargo, el obispo felicitó a Matías y lo puso como ejemplo, porque verdaderamente había encontrado una manera bien auténtica para comunicarse con Dios".
Momento de silencio (ponemos musiquita de reflexión)

Ahora todos juntos, después de escuchar cerramos los ojos y en silencio le rezamos a DIOS (no se reza nada, un minuto de silencio de oración personal).

1 comentario:

  1. Gracias por ofrecernos un ratito de oración a los que os seguimos. Abrazos a todos, a mis chicos de San Rafael todo mi cariño. Sois afotunados por disfrutar de esta experiencia, Piluca:)

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